Parece poco probable que las minas de la isla Sado -donde los obreros coreanos fueron sometidos a explotación laboral durante la Segunda Guerra Mundial- sean incluidas como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 2023.

Desde un principio, el intento del gobierno japonés de inscribir a Sado como patrimonio de la Unesco desató fuertes polémicas por las oscuras historias que esconden dichas minas. Sin embargo, Tokio insistió en su plan presentando en febrero pasado su candidatura ante el organismo internacional.

No obstante, la Unesco excluyó las Minas de Sado de su lista de candidatas a ser evaluadas para su inscripción en 2023. Citando un déficit de información sobre el alcance de las Minas de Sado, en el formulario de recomendación presentado por las autoridades niponas.

Como consecuencia, se espera que el órgano asesor de la Unesco, a cargo de evaluar las candidaturas, omita las inspecciones in situ de las Minas de Sado, que estaban programadas para este año.

Según los informes, la Unesco observaba con preocupación los conflictos entre Seúl y Tokio en torno a dichas instalaciones, mientras persisten los problemas por el pasado histórico entre las dos naciones.

Los medios japoneses han informado que por ahora se desconoce si las Minas de Sado podrían ser inscritas en la lista del patrimonio de la Unesco en 2023, si bien el Gobierno japonés planea presentar nuevamente la candidatura.

En medio de todo esto, la Unesco no ha podido definir las fechas de sus actividades para 2023, al postergarse sin fecha la reunión del Comité de Patrimonio Mundial presidido este año por Rusia, debido a la guerra en Ucrania.