La Fuerza Naval de Corea del Sur ha oficializado su plan de introducir un portaaviones ligero en su arsenal, mientras entre los vecinos de la península coreana existe una feroz competencia por contar con dicho equipamiento militar. No en vano, durante 2020, tanto China como Japón desplegarán un portaaviones con aviones furtivos. 

Corea del Sur precisa un portaaviones ante posibles emergencias relacionadas con Corea del Norte, como por el riesgo latente de que aumenten los conflictos con otros países de la zona, por ejemplo, en torno a Dokdo y la pesquera de Daehwatoe, alrededor de esos islotes, sobre la Zona de Desarrollo Conjunto Corea-Japón que está entre Jeju y Kyushu, o sobre Ieodo, una roca sumergida a 149 kilómetros al suroeste de la isla Marado, que marca el límite sur del territorio surcoreano. 

Por ahora, el plan de la Fuerza Naval es comenzar con el diseño básico del buque en 2021 para incorporarlo en 2030. No obstante, algunas autoridades militares ya consideran tardío el proyecto, considerando el tiempo de fabricación y de entrada en operación real de un portaaviones, que puede ampliarse hasta un mínimo de diez años. 

También resulta controvertido su elevado coste, en torno a dos billones de wones por unidad, sin incluir los casi 2,5 billones de wones que costarían veinte cazas F-35B de reserva para equipar el buque. 

En tanto, otros ven dicho gasto con cierto escepticismo, al puntualizar que un portaaviones ligero es un arma excesiva si el propósito es contrarrestar a Corea del Norte, pero insuficiente y poco eficaz si se pretende afrontar posibles amenazas de países vecinos con un fuerte poder bélico, y para quienes dicho buque sería un "objetivo caro y fácil".