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Zona de Oyentes

Cuéntanos lo que quieras, que somos todo oídos

2017-10-11

Laura Porta

12 de septiembre de 2017. Ésta es una fecha que nunca podré olvidar en mi vida completa. Puede que algunas personas piensen que se trata de una exageración y no puedan comprender mis verdaderos sentimientos por lo ocurrido, pero eso no empaña mi recuerdo. Me levanté aquella mañana a las 6:15 A.M. con el estómago revuelto debido a los nervios. Mis padres me llevaron en auto a la estación de ómnibus de una ciudad vecina y allí me encontré con un grupo de alrededor de 40 chicos. La mayoría de nosotros no nos conocíamos salvo por algunas conversaciones que tuvimos en las redes sociales en el transcurso de un mes. No obstante, todos nos identificamos por una pasión: el K-POP.
Cuando se anunció oficialmente que Monsta X vendría a Argentina, sentí que mi corazón podría salirse de mi pecho por la emoción. No me importaba que tuviera que viajar 200 kilómetros a una ciudad que nunca había visitado y nadie me acompañara. Sólo quería conocer a mis ídolos. Así fue como me animé a comprar la entrada y me puse en contacto con algunas personas de ciudades vecinas que también querían vivir esta experiencia. Con el paso de los días el grupo se fue haciendo cada vez más grande y tuvimos que alquilar un colectivo.
Lamentablemente aquel día el tan ansiado colectivo estaba roto. Hubo un par de horas perdidas en la terminal de ómnibus y varias lágrimas derramadas por parte de algunas chicas adolescentes que temían no llegar a tiempo para el concierto. Yo también lo temía, aunque traté de no desanimarme y pensar en positivo.
Cerca del mediodía llegó un nuevo colectivo que finalmente nos pudo llevar a Buenos Aires. Fue un viaje de cinco horas cargadas de mucha música, risas y charlas. Luego se sumaron dos horas de cola afuera del estadio. Allí fui testigo de cómo los afortunados ganadores de hi-touch y fotos grupales con Monsta X salieron del estadio y aclamaban a los gritos que los ídolos eran muy hermosos. Tenían lágrimas de alegría en los ojos.
Yo también grité, pero fue un poco más tarde, cuando las luces del estadio se apagaron y pusieron el primer VCR en las pantallas. Vi cómo los ídolos salieron al escenario y empecé a gritarle a una chica de mi grupo que apenas conocí ese día. &quot Angie, ese es Minhyuk. Es Minhyuk. ¡Es su pelo rubio!&quot grité de modo histérico. Por suerte, estaba en lo cierto. Lo recuerdo y me río, porque nunca sentí tanta euforia como aquella noche. Los ídolos que siempre me parecieron tan lejanos al verlos por internet y escuchar sus CD\\\\& 039 s estaban a sólo unos cuantos metros de mí. Bailaron, cantaron y le hablaron al público con tanto amor que me sentí conmovida.
Conocer a Monsta X y poder vivir la experiencia de un concierto de K-POP fue un suceso que sólo puedo definir como mágico.
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