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El día 20 Corea del Norte confirmó que efectuó el martes 19 el ensayo de un nuevo misil balístico de lanzamiento submarino, conocido como SLBM. Al respecto, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas convocó una reunión con carácter de urgencia, pero los representantes de los países permanentes que integran dicho organismo no adoptaron medidas concretas, y solo se limitaron a definir la prueba balística como un acto de provocación.

El ensayo, según el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Corea del Sur, tuvo lugar sobre las 10:17 de la mañana del día 19, lanzando un proyectil –más probablemente un SLBM- hacia el Mar del Este. Las autoridades militares de Seúl detallaron que el misil alcanzó una altura de 60 kilómetros y recorrió una trayectoria aproximada de 590 kilómetros, tras ser lanzado desde Sinpo, localidad en cuyo astillero se presume que Corea del Norte está creando un submarino de 3.200 toneladas capaz de transportar y disparar un misil desde el agua.

Respecto al proyectil probado esta semana por Pyongyang, se analiza que puede ser el mismo “mini SLBM” que el régimen de Kim Jong Un exhibió en la feria sobre defensa organizada hace poco por el 76º aniversario de la fundación del Partido de los Trabajadores. Por ser una versión más pequeña que los misiles submarinos norcoreanos ya existentes, se considera esa arma como un recurso bélico para contrarrestar a Corea del Sur y a las tropas estadounidenses en Japón.

Nada más saber del ensayo, el Gobierno surcoreano convocó una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad Nacional, donde el asesor presidencial de seguridad nacional, Suh Hoon, consideró lamentable que Pyongyang haya realizado esa prueba balística mientras existe un activo debate internacional para avanzar en el proceso de paz de la península coreana. Sin embargo, en ningún momento Seúl usó la palabra “provocación”, que tantos nervios genera en Corea del Norte.

Ese gesto se entiende como parte de los esfuerzos en marcha por persuadir a Pyongyang para que vuelva pronto a la mesa de negociación. En este sentido, sintoniza con la actitud mostrada por el Consejo de Seguridad de la ONU, que si bien abordó el problema del ensayo norcoreano en una reunión urgente a puerta cerrada, no emitió una declaración conjunta o en nombre de su presidente. De hecho, la embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, Linda Thomas Greenfield, comentó antes del encuentro que la prueba de un misil de lanzamiento submarino no es una actividad especial o al margen del resto, sino otra más en la serie de provocaciones que viene realizando Pyongyang los últimos meses. Sin embargo, fue tajante al afirmar que las reiteradas pruebas balísticas de Corea del Norte están al margen de los tratados internacionales y van en contra las resoluciones de la ONU.

En todo caso, si algo puede percibirse - tanto en la reacción de Seúl como en la de Estados Unidos y la comunidad internacional- es que todos están moderando el tono en sus declaraciones para “no disgustar” a Corea del Norte, y evitar que los actuales esfuerzos por reactivar el diálogo se debiliten. Es más, Thomas Greenfield expresó una vez más que Washington no guarda intenciones hostiles hacia Pyongyang, y dijo esperar que acceda cuanto antes a volver a la mesa de negociaciones.