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Las dos Coreas jugaron esta semana el primer partido intercoreano de fútbol en Pyongyang en 29 años, en el marco de la segunda ronda eliminatoria regional de la Copa Mundial Qatar 2022. Aunque empataron a cero, más allá del resultado llamó la atención que el partido se desarrolló sin público, sin retransmisión televisada y sin prensa, algo sin precedentes y solo comparable a la repesca intercontinental por cupo a la Copa Mundial de 1974, que debía disputarse entre la entonces Unión Soviética y Chile, pero que finalizó con una victoria por walkover de Chile al no jugar los soviéticos, rechazando acudir al encuentro celebrado en Santiago. La prensa de la época definió los hechos como “partido fantasma”. 

Según testimonios de las autoridades de la Asociación Surcoreana de Fútbol, que acudieron al Estadio Kim ll Sung donde tuvo lugar el partido intercoreano, desde un comienzo se percibía mucha tensión entre los jugadores en la cancha. Incluso se produjo un primer choque, aunque ligero, al inicio del encuentro y los supervisores de la Confederación Asiática de Fútbol movilizaron agentes de seguridad ante posibles imprevistos. Las advertencias se acumulaban, cuentan, a medida que avanzaba el partido y al exaltarse el ambiente hacia la segunda mitad, tanto entre norcoreanos como surcoreanos abundaron las faltas. Al final, el encuentro finalizó en empate, quedando Corea del Sur en primer lugar del Grupo H, y Corea del Norte en segundo puesto por golaveraje.  

El partido intercoreano en Pyongyang suscitó un gran interés a nivel internacional. Sin embargo, el enfoque no se centró en el evento deportivo, sino en el contexto geopolítico del encuentro, es decir, en el estado actual de las relaciones entre las dos Coreas, y las peculiares condiciones en las que el partido tuvo lugar, sin público, sin retransmisión en directo y sin cobertura de prensa. Los medios extranjeros describieron así el partido como histórico, pero surrealista y extraño. 

La audiencia solo puedo enterarse del desarrollo del partido por los mensajes de texto que llegaban desde Malasia, y el descontento de los futboleros surcoreanos explotó, criticando tanto a Corea del Norte por no permitir ni la retransmisión ni la cobertura por parte de la prensa, como al Gobierno surcoreano por fracasar al negociar sobre el partido con Pyongyang. 

Seúl explicó al respecto que el encuentro futbolístico no fue preparado para fomentar el intercambio intercoreano, sino meramente como un partido clasificatorio para el Mundial de la FIFA, y por tanto muchos detalles quedaron fuera de sus competencias, y además no podían reclamar ante las autoridades norcoreanas. Mientras, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, dijo que le impactó todo el proceso del partido intercoreano en Pyongyang y que presentará quejas oficiales al respecto ante la Asociación de Fútbol de Corea del Norte.