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Dos entidades de las Naciones Unidas, el Programa Mundial de Alimentos y la Organización para la Alimentación y la Agricultura han advertido de que en muchas partes del planeta se ven situaciones que casi parecen una crisis alimentaria. Ante esta advertencia, el Gobierno surcoreano ha adelantado que brindará el apoyo que sea necesario para que la industria alimentaria puede diversificar las importaciones de ingredientes. 

El informe conjunto de PMA y FAO, revelado el día 6, señala que es grande el riesgo de una crisis alimentaria de impacto global por diversos factores, no solo las desafiantes condiciones climáticas como la sequía, sino también otros, como la pandemia del COIVD-19 y el encarecimiento de alimentos y energía debido a la guerra en Ucrania. Al respecto, el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley, declaró que la crisis almentaria amenaza a estas alturas tanto a las personas más pobres, como a millones de hogares que hasta ahora vivían de forma relativamente estable. 

Como las zonas más en peligro, que enfrentan una situación que casi podría describirse como un desastre alimentario, el informe cita a países como Etiopía, Nigeria, Afganistán, Sudán del Sur, Yemen y Somalia, al explicar que la escasez de alimentos que padecen Indonesia, Pakistán, Perú y Sri Lanka es tan solo la punta del iceberg. 

El PMA y la FAO sostienen que la guerra ruso-ucraniana agrava la situación, sumada a los retos ya existentes, como las sequías, las lluvias torrenciales y otras condiciones climáticas adversas, la decreciente producción de alimentos, la inestabilidad económica y la inflación. Advierten en este contexto, que durante los últimos cuatro o cinco años, la población mundial bajo riesgo de hambruna aumentó en gran medida, de 80 millones a 276 millones de personas. 

En esta realidad, las tendencias proteccionistas en el comercio de alimentos son otra preocupación, pues muchos expertos analizan que si la escasez y la desigual de distribución persisten, o lo que es peor, se agravan, no se puede descartar la posibilidad de que se desate una guerra comercial en torno a los alimentos. Este tema fue debatido a fondo, por tanto, en el Foro de Davos celebrado a fines de mayo, donde el azúcar y el aceite de palma fueron mencionados como los ejemplos más representativos del proteccionismo aliementario que se expande en estos momentos por el mundo.

En Corea, si bien no existe una falta palpable ni un desequilibrio grave en la oferta y demanda de alimentos, el nerviosismo aumenta en el mercado, sobre todo ante el rápido encarecimiento de aquellos bienes cuya oferta en el país depende en gran medida de las importaciones, como la harina de trigo y la leche de soja. De hecho y por influencia de ese aumento de precios, solo durante el último año los fideos subieron más de un 30% y la harina de trigo y el aceite más de un 20%. Aquí un problema es la baja tasa de autoabastecimiento de granos que presenta el país, de apenas un 20%. 

Considerando esta coyuntura, el Gobierno anunció que como medidas a corto plazo implementará un programa para estabilizar el precio de la harina de trigo, consistente en repartir a empresas alimentarias subvenciones suficientes como para cubrir el 70% de sus gastos en dicho ingrediente. En tanto, a largo plazo, impulsará iniciativas para elevar la tasa de autoabastecimiento de alimentos, centradas en fomentar la producción de los bienes más consumidos, como el trigo y la soja, la mejora vegetal y el desarrollo de nuevas especies.