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2024-04-12
Hace mucho pero mucho tiempo, había un rey muy querido por todos porque sabía escuchar y ser considerado con los problemas de sus súbditos.
Sin embargo, el rey tenía un secreto que no podía contarle a nadie. Sus orejas no paraban de crecer y se parecían cada vez más a las orejas de un burro.
-No me siento bien. Diles a los ministros que hoy no habrá audiencia. Necesito descansar.
El rey canceló sus actividades, pero no podía fingirse enfermo para siempre.
“Ya sé, tengo una idea”, se dijo.
-¡Necesito un sombrero nuevo! ¡Buscadme al mejor sombrerero del reino!
Los funcionarios le trajeron a los artesanos más prestigiosos del reino, pero el rey eligió al que tenía apariencia de ser más reservado.
Después de asegurarse varias veces su discreción, el rey se quitó el sombrero.
El sombrerero se asombró de las orejas del rey, pero fingió no darse cuenta, y midió la circunferencia y la altura de su cabeza, como si no pasara nada.
Tan impresionado quedó el sombrerero por las orejas del rey que no podía dejar de pensar en ello.
Dejó de comer y de dormir, y se volvió más callado. Sus familiares y amigos se preocuparon de que estuviera enfermo y le preguntaron si le pasaba algo.
-Lo que pasa es que...
Pero cada vez que se sentía tentado de abrir la boca, se acordaba que había jurado guardar silencio.
El sombrerero se hizo rico con todos los sombreros que le encargó el rey, pero no estaba feliz ni mucho menos. Suspiraba todo el tiempo y caía enfermo a menudo.
“¡Ay, me ahogo! Si pudiera contárselo a alguien, me sentiría mucho mejor”, pensaba, pero no se atrevía a hacerlo por miedo del rey.
Una noche el artesano fue al bosque de bambúes y gritó con todas sus fuerzas:
-¡El rey tiene orejas de burro...! ¡El rey tiene orejas de burro...!
Siempre que el viento agitaba las hojas de los bambúes, se escuchaba gritar:
-¡El rey tiene orejas de burro...! ¡El rey tiene orejas de burro...!
Al día siguiente la gente no paraba de hablar de aquello. Y como los rumores tienen alas, la historia de esos extraños gritos llegó hasta los oídos del rey en el palacio.
-Dicen que los gritos vienen del bosque de bambúes. ¡Que talen el bosque!
Obedeciendo la orden real, cortaron los bambúes y plantaron robles.
Sin embargo, los gritos de “El rey tiene orejas de burro” no cesaron y se siguieron escuchando los días de viento.
2024-04-12
2024-04-10
2024-04-05