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El 10 de mayo Corea del Sur invistió al vigésimo presidente de la nación, Yoon Suk Yeol, quien tomó posesión del cargo bajo el lema “Otra vez Corea, una nueva nación para el pueblo”. El mandato de Yoon comenzó oficialmente a las 00:00 horas del martes con la transferencia del mando militar supremo.

En la ceremonia de investidura, celebrada ese mismo día, el nuevo mandatario enfatizó la libertad, palabra que mencionó 35 veces en el discurso de toma de posesión, como valor esencial de su gobierno. También se comprometió a forjar una nación para el pueblo, basada en la libre democracia y en la economía de mercado, y a cumplir fielmente con responsabilidad su rol de digno integrante de la comunidad internacional. Además, destacó como tarea prioritaria de su administración solucionar la polarización y los conflictos sociales que amenazan la democracia y la libertad, impulsando un activo y equitativo crecimiento a través de la innovación científico-tecnológica.

En realidad, la administración de Yoon Suk Yeol comienza en un entorno complejo, marcado por retos graves como la persistente pandemia, la falta de cohesión social y el desempleo juvenil, mientras persiste el problema de la burbuja inmobiliaria y la economía nacional siente la fuerte presión de la subida de precios, de intereses y del tipo de cambio.

En tanto, la coyuntura geopolítica de la península coreana también inquieta, máxime tras las reiteradas provocaciones de Corea del Norte que muestra indicios de estar preparando un nuevo ensayo nuclear.

Y si pasamos a la esfera internacional, tampoco se observa un panorama favorable por la cuasi guerra fría que predomina actualmente con feroces rivalidades y guerras en marcha en distintas partes del mundo, con especial incidencia de la guerra en Ucrania. Ante estas coordenadas, Corea del Sur se enfrenta a la necesidad de actualizar o reordenar las relaciones con países vecinos como China y Japón, y también con Estados Unidos.

A nivel interno es foco de atención la determinación del nuevo presidente de convertirse en un líder abierto, humilde y comunicativo con la ciudadanía. Como gesto más representativo de este anhelo figura el traslado de la Oficina Presidencial a Yongsan y la restitución de Cheongwadae, ahora exsede presidencial, como espacio para el pueblo.

Sin embargo, y pese a la aprobación que en general expresa la población hacia la filosofía del Ejecutivo entrante, se estima que Yoon no lo tendrá fácil para concretar sus planes, pues para activar las reformas y proyectos que tiene en mente tendrá que utilizar toda su capacidad política y negociadora, a fin de obtener la cooperación de la oposición que por el momento ostenta la mayoría parlamentaria.