El expresidente Roh Tae Woo, fallecido el 26 de octubre de 2021, llegó a la historia política de Corea del Sur por su decisiva contribución al golpe de Estado del 12 de diciembre de 1979, liderado por su compañero de promoción de la Academia Militar, Chun Doo Hwan. 

Más tarde, durante la dictadura de Chun, se consolidó como número dos del país. Pero en 1987, al surgir unas protestas populares masivas contra la dictadura en el mes de junio, fue señalado para dejar sus cargos. Entonces, presionado por la fuerte ola de democratización, emitió en calidad de líder oficialista la Declaración 29 de Junio, donde se comprometía a impulsar una reforma constitucional para implementar el sufragio directo. 

Así, se convirtió en el primer presidente surcoreano elegido por sufragio directo, al ganar los comicios celebrados en diciembre de 1987, siendo el mayor beneficiario del fracaso de la coalición opositora que surgió entre Kim Young Sam y Kim Dae Jung. 

Como principales medidas de su mandato, destaca la política exterior hacia países comunistas, en cuyo marco estableció lazos diplomáticos con China y con Rusia, y hasta logró consensuar con Corea del Norte la adhesión simultánea a Naciones Unidas, que llegó en septiembre de 1991. También cimentó las bases para mejorar las relaciones entre Seúl y Pyongyang, al adoptar el llamado Acuerdo Básico Intercoreano, que incluía esfuerzos de reconciliación y un principio de no agresión. 

No obstante, tras culminar su mandato, los hechos que le llevaron al poder fueron motivo de deshonra, pues intervino en el golpe de Estado del 12 de diciembre de 1979 y también en la represión a través de la fuerza militar del Movimiento Democrático 18 de Mayo en Gwangju en 1980, que provocó hasta una masacre de civiles. Por dichos motivos recibió pena de prisión junto con Chun Doo Hwan. Además, descubrieron más de 400.000 millones de wones en unos fondos encubiertos auspiciados durante su mandato.  

Concretamente, en el juicio al que fue sometido por dichos cargos en 1996, fue sentenciado a diecisiete años de prisión, aunque fue indultado al año siguiente por el entonces presidente Kim Young Sam. 

Durante su vida nunca hizo comentario alguno sobre el golpe de Estado, y menos sobre la violenta represión de las protestas ciudadanas que tuvieron lugar en Gwangju en mayo de 1980.