Mientras los sistemas de inteligencia artificial (AI) crean cada vez con mayor frecuencia y sofisticación obras de arte, el debate sobre si considerarlas como obras creativas, o sobre otras cuestiones éticas relevantes, sigue sin mostrar avances significativos.

Corea del Sur ya cuenta con diversos programas de inteligencia artificial creativa, que son capaces de producir cuadros digitales en segundos, a partir de unas cuantas palabras clave que ofrece el usuario, como el caso de Karlo, sistema de IA recientemente lanzado por una filial de la empresa tecnológica Kakao, desarrollado en base a un sistema de aprendizaje profundo, a partir de más de 180 millones de imágenes y datos lingüísticos. 

Asimismo, también hay programas ya comercializados de composición mediante inteligencia artificial, capaces de crear música según los gustos y las preferencias del usuario. De hecho, en YouTube ya hay canales que ofrecen canciones exclusivamente compuestas por máquinas. 

Sin embargo, y pese al rápido aumento de la actividad de estas inteligencias artificiales creativas, por ahora apenas hay debates - o bien son incipientes- sobre si aceptar sus creaciones como arte, y la divergencia de opiniones al respecto sigue sin resolverse.

Mientras unos alegan que deben ser reconocidas piezas originales, otros enfatizan que no son más que un "collage" de conocimientos artisticos e imágenes, basado en obras de arte previamente introducidas por los desarrolladores de esos programas, o bien dispersos en la web.

Concretamente, las leyes coreanas en vigor no reconocen los derechos de autor sobre creaciones de inteligencia artificial, factor que dificulta los procesos de resolución de casos sobre plagio vinculado a obras de arte elaboradas por máquinas, o bien otras cuestiones de ética artística, como por ejemplo, hasta qué punto debe permitirse el uso de datos - incluidos fotografías o imágenes de otro tipo- para el aprendizaje de inteligencias artificiales creativas.

En este contexto, destaca una demanda recientemente interpuesta por Getty Images, la famosa agencia fotográfica de Estados Unidos, contra una empresa de inteligencia artificial británica por usar sus contenidos sin autorización previa para aprendizaje de máquinas.