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Corea del Norte ha institucionalizado el uso de la fuerza nuclear mediante una nueva ley tras auto proclamarse como Estado con armas atómicas, al tiempo de confirmar al mundo que nunca renunciará a ellas. Ante este endurecimiento de la política nuclear de Pyongyang, Corea del Sur advirtió que esa medida solo conducirá a la autodestrucción del régimen norcoreano, enfatizando que Seúl seguirá esforzándose al máximo por lograr una desnuclearización total. 

La llamada “ley de fuerza nuclear” de Corea del Norte consta de once artículos que describen los objetivos, el protocolo a seguir y el control del uso de armas nucleares. Además, indica los principios y las condiciones para recurrir a esas armas, el nivel de preparación militar necesario, y las reglas de mantenimiento y protección de su arsenal atómico. De su contenido destaca el artículo tercero, sobre el control y manejo de uso de armas nucleares, que confiere al presidente de la Comisión de Asuntos Estatales - cargo que actualmente ocupa Kim Jong Un- la facultad única y exclusiva de decidir sobre todo lo relativo a armas nucleares. 

La ley también permite realizar ataques nucleares ante amenazas externas contra el sistema de control y mando de Corea del Norte para destruir al enemigo, sobre todo el punto de origen de las amenazas y a sus responsables. En concreto alude a ataques del exterior - tanto efectivos como inminentes- con armas nucleares o de destrucción masiva contra el líder, la cúpula o el sistema de mando del régimen de Pyongyang.

En síntesis, la nueva ley norcoreana inquieta porque no solo consagra el derecho de Corea del Norte a recurrir a ataques nucleares para la autodefensa, sino que también concentra el poder de controlar esas armas en una sola persona: Kim Jong Un. Además, bloquea todo intento de negociación sobre desnuclearización, pues puede interpretarse como una declaración formal del régimen norcoreano de su negativa a renunciar a las armas nucleares.