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Programas Especiales

Primera parte

2015-01-02



El barrio coreano del distrito de Ikuno en la ciudad de Osaka, Japón, promueve la unión entre coreanos y japoneses de la zona. Todos en Ikuno, coreanos y japoneses, hablan de la convivencia. “Hablar de convivencia resulta obvio porque todos vivimos en Ikuno”, afirman los residentes de este lugar. Pero, ¿quiénes son estas personas y qué clase de comunidad vive en Ikuno? La respuesta a estas preguntas está justamente en este barrio en Osaka.

Se dice que en la zona del canal de Hirano en Ikuno, debido a los ríos que fluían formando curvas, solían producirse inundaciones a menudo. Por eso, en la década de 1920, cuando Osaka disfrutaba de un auge económico -llegando a ser referido como “el Manchester de Oriente”- el Municipio puso en marcha una remodelación del canal. Entonces, muchos coreanos vinieron para trabajar como obreros y pese a los duros trabajos que hacían y los lugares en pésimo estado en los que vivían, aquella gente transformó Ikuno en un barrio muy especial. Sobre todo las mujeres empezaron a cocinar platos típicos coreanos y vender esa comida en un callejón a unos 5 minutos del Mercado Público de Tsuruhashi. Pronto este sitio se convirtió en un “mercado coreano”, frecuentado por muchas personas de esta nacionalidad que extrañaban su tierra natal.

Finalmente el 15 de Agosto de 1945, terminó el dominio japonés sobre Corea y llegó la independencia al pueblo coreano. Sin embargo, los coreanos que entonces residían en Japón no pudieron regresaron a su país de origen.

La vida en la posguerra fue dura para todos. En la zona comercial de Ikuno, aumentaron los cierres de negocios. Los comerciantes japoneses que habían escapado de los ataques aéreos, y abandonado sus negocios al no tener ni género ni clientes, nunca volvieron. Así muchos locales quedaron vacíos, hasta que los coreanos empezaron a ocuparlos. Éstos comenzaron a trasladar sus negocios del callejón trasero a la avenida principal del barrio Miyuki-dori, que ahora constituye el centro del Barrio Coreano de Ikuno. Y una de las tiendas que protagonizó esta mudanza años después, fue la tienda de los Hong, que cambió trascendentalmente la vida de los coreanos residentes en Ikuno.

No hay en este mundo padre o madre que no se sacrifique por sus hijos. Sin embargo, para los coreanos residentes en Japón, los hijos eran aún más especiales. Los coreanos que se arraigaron en Japón durante el periodo colonial, no llegaron a recuperar la nacionalidad tras la liberación de Corea. Así dentro de la sociedad japonesa, fueron objeto de toda clase de discriminaciones como “individuos sin país”. No solo no podían conseguir casa o viajar, sino que tampoco pudieron hallar donde trabajar, ya que ningún japonés quería contratarles. La única alternativa que tuvieron, por tanto, fue unirse más en familia y encontrar alguna actividad que pudiera ser realizada en casa. En este contexto, el matrimonio Hong Yeo Pyo-Gang An Ja eligió montar una fábrica de pasteles de arroz, para sus 6 seis hijos, que ya tenían su futuro hipotecado. Y el resultado fue un éxito.

Los coreanos residentes en Japón seguían fielmente las tradiciones, atribuyendo en muchas ocasiones más importancia a su identidad coreana que a su vida en Japón. Por eso, aún con escasos recursos, iban de compras al “mercado coreano” -repleto de comida típica de Corea y tiendas de hanbok- antes de las fiestas tradicionales, los servicios a los ancestros u otros eventos familiares. Y en la década de 1960, al “mercado coreano” venían coreanos de todas partes de Japón, por lo que el negocio de los Hong empezó a prosperar. No obstante, a medida que llegaba un mayor número de oriundos al “mercado coreano”, Ikuno se convirtió en un lugar marginado por los japoneses, una “isla aislada” dentro de la sociedad japonesa. Cuantos más coreanos caminaban por sus calles, vestidos con trajes típicos coreanos y hablando coreano, más se elevaba la voz de los japoneses que calificaban a Ikuno como “barrio peligroso”, un barrio del que no querían ni escuchar su nombre. Ante esta situación, Hong Yeo Pyo, jefe de la familia Hong, tomó la iniciativa para derrumbar el muro invisible entre los coreanos y los japoneses.

Un lugar de convivencia entre coreanos y japoneses. Para hacer de Ikuno un lugar así, Hong Yeo Pyo brindó un apoyo incondicional al proyecto “Mejora tu vecindario”, del Centro de ONGs de Corea. Sin embargo, fue imposible que los esfuerzos de unos cuantos individuos abrieran el camino de la convivencia, algo que ni lo gobiernos pudieron lograr, hasta que una crisis golpeó el “mercado coreano” y los comerciantes del lugar se unieron para resolverla.

En la década de 1980, el “mercado coreano” era conocido como “el mercado de las tiendas cerradas”, debido a los muchos negocios que empezaron a quebrar y a que la clientela disminuyó drásticamente. Para colmo, la Municipalidad de Osaka decidió cerrar el Mercado Público de Tsuruhashi, que era el núcleo de la zona comercial de Miyuki-dori. Entonces, los comerciantes del “mercado coreano” se reunieron finalmente en 1988 para hallar la forma para salir del bache. Hong Seong Ik, que había asistido a la reunión de los comerciantes para apoyar a su padre Hong Yeo Pyo, propuso in situ la creación del Barrio Coreano.

Unos 100 negocios llenan el Barrio Coreano, con el que uno se topa al caminar por una avenida recta de aproximadamente 600 metros de longitud, que comienza desde el río Hirano. Las secciones este y central se parecen al Mercado Namdaemun de Seúl, debido a su puerta de entrada con un tejado tradicional coreano, y a la gran variedad de productos alimenticios y comidas típicas de Corea que son posibles de encontrar allí. No obstante, aún después de la creación del Barrio Coreano, la clientela no aumentó en esta zona comercial. En esto, el Centro de ONGs de Corea propuso el programa Koreatown Field Work, cuyo principal objetivo era brindar a personas ajenas al “mercado coreano” la oportunidad de conocer y experimentar la vida de los comerciantes del lugar. Gracias al programa Koreatown Field Work, cada año unos 10.000 estudiantes se familiarizan con el estilo de vida de los coreanos residentes en Japón y aprenden la historia del Barrio Coreano. Ahora, no solo coreanos frecuentan el Barrio Coreano. También muchos japoneses lo visitan. Incluso su número está creciendo.



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