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Ha pasado un año desde que comenzó el conflicto comercial entre Estados Unidos y China. Las tensiones entre las dos naciones aumentaron cuando el presidente Trump aprobó el 22 de marzo una orden ejecutiva para imponer aranceles millonarios contra los productos de China, afirmando que las prácticas del gigante asiático dañan los derechos de propiedad intelectual de su país. Washington abrió la temida guerra comercial en julio, gravando los productos tecnológicos de China, y Beijing respondió de inmediato con represalias similares y recíprocas tandas de aranceles. La respuesta de la administración de Trump por el desequilibrio comercial con China fue aplicar aranceles sobre los bienes del gigante asiático. Sin embargo, bajo la guerra comercial subyace una batalla por el liderazgo mundial en el sector de la alta tecnología, y aumenta el temor de que el enfrentamiento comercial entre Washington y Beijing pase la factura a la economía global. Corea se ha visto afectado por los desacuerdos entre Beijing y Washington. Si China compra más productos estadounidenses, incluidos semiconductores, para reducir el desequilibrio comercial con Estados Unidos, Corea perdería miles de millones de dólares en el mercado chino, principal destino de las exportaciones coreanas, con un 25% del total. 

El comercio exterior de Corea batió récord en 2018 al superar el volumen de 600.000 millones de dólares. Sin embargo, los pronósticos para este año no son tan optimistas, debido a la ralentización de las exportaciones hacia el mercado chino y la desaceleración de la economía mundial, al perder dinamismo la exportación de bienes clave, como los semiconductores. Por un lado, Corea depende del paraguas de seguridad de Estados Unidos, mientras que posee una elevada dependencia comercial de China. Esta vulnerabilidad podría dejar notables pérdidas en la economía nacional si el conflicto se alarga. Donald Trump y Xi Jinping pactaron una tregua de 90 días en diciembre tras la cumbre del G20 celebrada en Argentina. Pese a que el plazo finalizó el 1 de marzo, ambas potencias continúan negociando para buscar una salida al conflicto comercial. Si bien las dos superpotencias podrían llegar a un pacto que ponga fin a la guerra comercial, es probable que las disputas persistan en varios sectores clave tecnológicos y económicos.