Esta película narra la dolorosa historia de las jóvenes coreanas que fueron sacadas a la fuerza de sus casas para servir como esclavas sexuales de los soldados japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. Nada menos que catorce años tardó este filme en ser estrenado finalmente en los cines. En el ínterin, mientras los productores buscaban inversores, muchas de las víctimas de la esclavitud sexual han dejado este mundo. Afortunadamente, cuando la gente supo las dificultades de presupuesto que atravesaba la película, 75.000 personas realizaron aportaciones y la película pudo completarse.



Ahora ocupa el primer lugar en taquilla y el director del filme está inmensamente agradecido porque este milagro se repite día a día. Cho Jung Rae estudió dirección cinematográfica en la universidad, y en 2002 conoció a las ancianas, que otrora fueron víctimas de esclavitud sexual a manos del ejército japonés. Entonces integraba un grupo de música tradicional que realizaba labores de voluntariado, y pudo conocer a las ancianas en la casa comunal que habitan. Al ver el dibujo “Jóvenes ardiendo en la hoguera” realizado por la anciana Gang Il Chul, y en él se ve a un grupo de chicas vestidas con hanbok mientras son quemadas vivas en una fosa cavada en mitad de la montaña. También se ve un camión que se aproxima con otro contingente de chicas atemorizadas.



En tanto, un par de jóvenes miran aterrorizadas la escena escondidas tras un árbol, mientras los soldados japoneses cumplen esta tarea con frialdad. El dibujo muestra a las claras la brutal masacre que llevaron a cabo los japoneses para esconder las evidencias de la esclavitud sexual que perpetraron.

Tras ver el dibujo, Cho Jung Rae cuenta que luego soñó con estas pobres muchachas, y se prometió a sí mismo que haría todo lo posible para que sus almas pudieran “volver a sus hogares”. Considerando que era un tema que tocaba de cerca a todos los coreanos, pensó que encontraría a muchos interesados en invertir en el filme, pero la realidad fue otra, pues decían que eran un tema demasiado doloroso para que la gente quisiera verlo en la gran pantalla.



Pese a poner todo su dinero y endeudarse hasta las cejas, el rodaje de la película se interrumpió al poco tiempo. Cuando parecía que tendrían que desistir del proyecto, supieron que había un sitio en internet que permitía compartir proyectos y solicitar ayuda, y subieron un vídeo de la película. 14.737 personas contribuyeron con diversas cantidades, y en poco lograron recaudar más de 200.000 dólares. El 15 de abril de 2015 pudieron retomar la filmación, pues sacrificio, la sinceridad y la humildad del director Cho Jung Rae no sólo conmovieron a todos los que participaron en el rodaje, sino también a la ciudadanía en general.



Para filmar la segunda mitad de la película, subieron otro vídeo titulado “Vamos a casa, hija”, con el que lograron recaudar otros 300.000 dólares. También realizaron conciertos y otros eventos para lograr más fondos, y llamaron a muchas puertas hasta encontrar nuevos inversores. Así lograron reunir los más de 2 millones de dólares que necesitaban para terminar la película. En total, el filme fue patrocinado por unas 75.000 personas; y para que la contribución de toda esta gente no cayera en el olvido, incluyó sus nombres en los créditos de cierre de la película, parte que dura 12 minutos y seguramente pasarán a la historia como los créditos más largos de una película.



Hasta la fecha “Regreso a casa de los espíritus” cuenta con más de 50.000 visionados, pero el deseo del director es que sea exhibida al menos 200.000 veces, cifra que coincide con el número estimado de víctimas mortales con que se saldó la esclavitud sexual perpetrada por los japoneses.