La obra teatral “Retrato de los coreanos”, que actualmente se ofrece en el Teatro Pan de Seúl, consta de 27 episodios que describen con crudeza la vida de los coreanos de hoy en día. Durante 85 minutos, el espectador se encuentra con distintas escenas de la vida cotidiana, como la de aquellas personas que a diario van a trabajar en el metro atestado de gente, mujeres adictas a la cirugía estética o varones que son “hijos de mamá”, personas adictas al juego, ancianos que recogen cartones en la calle, y tantos otros que conforman la sociedad coreana contemporánea.



El espectador tiene la sensación de ver reflejado su rostro en un espejo. Son aspectos frustrantes y dolorosos de la realidad coreana, pero al expresarlos se liberan los resentimientos acumulados y nace un halo de esperanza. Lo que en el fondo busca mostrar el director Ko Sun Woong es el milagro de vivir en una sociedad en la que prevalece la armonía, la generosidad y el amor por el prójimo. Nos entrevistamos con el director Koh Sun Woong un lunes en el Centro Teatral de Seúl, en Daehakno, la zona de los espectáculos, cuando la gente del espectáculo descansa. Apare luciendo bigotes, sombrero de fieltro y un tapado largo, con apariencia más de actor que de director.



Comentan que antes soñaba con ser actor y quizá su modo de vestir sea resabio de ese viejo sueño. Y quizá también por eso comprende bien a los actores. Sin embargo, no siempre se dedicó al teatro. Durante años fue un oficinista y trabajó como ejecutivo de cuentas en una agencia de publicidad, hasta que a los 32 años dejó ese trabajo estable para enclaustrarse en un pequeño ático para intentar dejar salir a las historias que guardaba en su interior, en forma de obras de teatro. Tras ocho meses de concentrarse en la tarea de escribir, recibió en 1999 un premio literario por su obra “Mujer sobre un paisaje melancólico”. Ese mismo año comenzó a trabajar como dramaturgo y director, y en 2005 creó una compañía teatral llamada Mabangjin, con la que empezó a representar las obras que quería compartir con el público. Sin embargo, durante cinco años el público le dio la espalda y, tras esa amarga experiencia, comprendió por fin que sus obras teatrales precisaban amor y esperanza. A partir de 2010 el director Koh Sun Woong comenzó a dirigir la Compañía Teatral de la Provincia de Gyeonggi y se acercó todavía más al público, pues en vez de producciones impactantes o experimentales, eligió presentar historias mundanas y fáciles de entender, pero sumamente conmovedoras.



Su obra “En un día azul” obtuvo en 2011 los galardones a la mejor obra teatral y a la mejor dirección de los Premios Nacionales de Teatro de ese año. La obra trata del movimiento democrático de Gwangju en mayo de 1980. No obstante, él coloreó la tragedia de esos días con un aura de comicidad y júbilo. En 2015, al finalizar su contrato como director artístico de la Compañía Teatral de la provincia de Gyeonggi, volvió al ruedo con obras como “Arirang”, “Hongdo”, “Killbeth” y “La señora Ong”, todas obras que muestran versatilidad en su estilo de dirección. Una de sus últimas obras es “El huérfano Zhao”, adaptación de una obra clásica china del mismo nombre. La Asociación Nacional de Teatro le premió como mejor director en 2015 por “El huérfano Zhao”, obra que obtuvo los más prestigiosos premios teatrales de Corea el año pasado. Si bien su talento como director ya era reconocido en el mundo teatral, “El huérfano Zhao” lo aupó hasta el nivel de los directores más queridos y reconocidos por el público surcoreano.