El pasado 23 de marzo tuvo lugar el primer concierto del ciclo Series de Maestros que anualmente ofrece la Orquesta Filarmónica de Gyeonggi en el Centro de las Artes de esta provincia. Esta es la cuarta edición del ciclo, que este año tiene como protagonistas a Wagner y Mendelssohn, entre otros. La pieza musical que inauguró el ciclo de Series de Maestros de este año fue “Ein Heldenleben”, “La vida de un héroe”, de Richard Strauss. La creadora de este original programa fue Sung Shi Yeon, directora de la Orquesta Filarmónica de Gyeonggi. Al convertirse en 2014 en directora artística y musical de la orquesta, Sung Shi Yeon pasó a ser la primera mujer en estar a cargo de una orquesta pública.



En 2007 fue la primera mujer que trabajaba como directora asociada en la Orquesta Sinfónica de Boston, y en 2009 lo fue de la Orquesta Filarmónica de Seúl. Con su carisma y profesionalidad, Sung Shi Yeon ha superado ampliamente las barreras de género reinantes para conducir una orquesta. Conozcamos, pues, sus pasos en el mundo musical. Sung Shi Yeon nació en Busan y comenzó a tocar al piano desde pequeña. Resultó ser tan buena que dio su primer concierto a los 13 años, y en 1994 se fue a Zurich a proseguir sus estudios musicales, tras graduarse en el Bachillerato de Artes de Seúl. Sin embargo, la estancia en Suiza no fue suficiente para satisfacer su sed; pues ella siempre deseó ir -desde que estaba en primaria- a la Universidad de las Artes de Berlín, así que solicitó el ingreso. Sin embargo, sufrió una severa lesión en los dedos que le impedía tocar libremente.



Una profesora le sugirió entonces que explorara otras áreas musicales y comenzó a interesarse entonces en la dirección de orquesta. Un día descubrió el vídeo de un concierto del director Wilhem Furtwangler, y sintió ganas de ser como él: una persona que pudiera sacar afuera el talento y la pasión de los músicos. Tras descubrir su verdadera vocación, ingresó a la Escuela de Música Hanns Eisler de Berlín, y se sumergió tanto en esta disciplina que solo dormía tres horas al día. No obstante, el esfuerzo que realizó Sung Shi Yeon en su nueva trayectoria le trajo merecidos frutos. En 2006 ganó el primer premio en el Concurso Internacional de Directores Sir Georg Solti; y en 2007 el segundo premio del Concurso de Dirección Gustav Mahler, cuando el primer puesto quedó vacante. Sung Shi Yeon se presentó a la audición para el puesto de director asociado de la Orquesta Sinfónica de Boston sin grandes expectativas, pero, para su gran sorpresa, pasó el examen. Había logrado abrir las puertas de la Sinfónica de Boston, que habían estado hasta entonces cerradas a las mujeres, y justamente por eso tuvo que luchar contra muchos prejuicios y limitaciones. Como a partir de 2009 también asumió como directora asociada de la Orquesta Filarmónica de Seúl, su actividad se incrementó todavía más, al tener que repartir su tiempo entre Boston y Seúl.



Finalmente, fue nombrada directora artística y musical de la Orquesta Filarmónica de Gyeonggi en 2014. El puesto había estado vacante durante más de seis meses, tiempo en el que la indisciplina caló entre los músicos. Por tanto, tuvo que reorganizar por completo a la orquesta. No es casual que la pieza que inauguró el nuevo cargo de Sung Shi Yeon fuera la Sinfonía nº 2 de Gustav Mahler “Resurrección”. En junio del año pasado, la Orquesta Filarmónica de Gyeonggi se convirtió en la primera orquesta coreana en ofrecer un concierto en la Filarmónica de Berlín, el mayor centro de la música clásica. Incluso tocaron el “Arirang”, la canción más representativa de Corea, como bis, ante las 2.200 personas reunidas en el auditorio. Desde que comenzó a dirigir la Orquesta Filarmónica de Gyeonggi, Sung Shi Yeon no ha dudado en asumir grandes retos. Por ejemplo, la orquesta interpretó por primera vez en Corea la Sinfonía nº 4 de Szymanowski “Sinfonia Concertante” y también interpretó entero, por primera vez, el oratorio “Elías” de Mendelssohn. Asimismo, presentó muchas otras piezas musicales de gran importancia, hasta la fecha desconocidas para el público coreano; una programación poco convencional que ha terminado por dotar de un estilo singular a la orquesta Filarmónica de Gyeonggi.