El pasado 19 de abril el Centro de las Artes Sejong acogió un concierto de gayageum para celebrar el 130º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Corea y Francia. La intérprete de gayageum Han TeRra y el violista francés Erwan Richard protagonizaron la velada y el encuentro entre la música tradicional coreana y la música clásica francesa fue fascinante. La combinación de gayageum y viola resultó exótica a la vez que armoniosa. Nunca antes se había intentado encontrar tan distintos instrumentos como el gayageum y la viola; pero cuando le preguntaron a Han TeRra si eso sería posible, con toda confianza respondió que sí. Han TeRra comenzó a estudiar música tradicional a los seis años y al llegar a la adolescencia ya dominaba todas las composiciones para gayageum. No es de extrañar pues, que todos la conocieran como “un prodigio de la cítara de doce cuerdas”.

El primer encuentro de Han TeRra con el gayageum fue a los seis años. Había comenzado a tocar el piano dos años antes, pero al observar sus dotes, alguien propuso que también aprendiera a tocar el gayageum. Para su sorpresa, tocar ese instrumento tradicional le resultó mucho más apasionante que el piano. La fascinación por el gayageum la llevó a ingresar en los colegios nacionales secundaria y de bachillerato Gugak, de música tradicional. Sin embargo, esos años de educación regular y especializada llevaron a Han TeRra a un hondo periodo de desilusión y desinterés, pues no podía encontrar en el colegio nada nuevo que aprender sobre el gayageum. Han TeRra pasó un año entero en el bachillerato evitando el instrumento. Al año siguiente, entró al departamento de música tradicional de la Universidad Nacional de Seúl, donde pudo vencer la crisis dando conciertos en Corea y el exterior. Sin embargo, sentía una sed musical que no podía saciar con nada, por lo que decidió proseguir sus estudios en el exterior.

Entonces el representante del Consejo Cultural Asiático de la Fundación Rockefeller la vio actuar y le ofreció una beca para vivir en Nueva York, no como estudiante sino como artista. Durante su estancia en Nueva York, Han TeRra tuvo la fortuna de conocer a grandes maestros norteamericanos de la música experimental y de vanguardia, como el saxofonista de jazz John Zorn, o los compositores minimalistas Steve Reich y Philip Glass, que fueron seducidos por su interpretación del gayageum. Trabajar con músicos de gran talla en una ciudad excitante y desconocida le proporcionó a Han TeRra la vía de escape que necesitaba para dar rienda suelta a sus ambiciones musicales. A partir de entonces comenzó a actuar en EE.UU., Japón, China y Europa, ofreciendo conciertos en colaboración con artistas, tanto de música pop como de música clásica, con los que dio a conocer el gayageum por el mundo. Al actuar en todas partes y con músicos de todos los géneros, cayó en la cuenta de que la esencia de la música está en su origen, y que el gayageum alcanzaba su mejor sonido al interpretar música tradicional milenaria coreana, pues de ahí nació ese instrumento. El 2015 fue un año muy significativo para Han TeRra, pues no se consagró como la intérprete de gayageum más joven en actuar en el Carnegie Hall, sino también porque en su auditorio pudo tocar la versión completa del sanjo de gayageum de Choi Ok Sam.

El concierto de gayageum de Han TeRra en el Carnegie Hall se enmarcaba en los espectáculos programados para celebrar el 125 aniversario de la inauguración de tan prestigioso teatro neoyorquino, y también coincidió con el 120º natalicio del maestro de gayageum Choi Ok Sam. Aunque no era una pieza vivaz y energética de música folklórica, ni tampoco una moderna pieza de fusión, el público se entregó de lleno a las melodías del gayageum. Han TeRra pudo comprobar una vez más la enorme fuerza de la belleza contenida, el rasgo más distintivo de la música clásica coreana. Hace ya 30 años que Han TeRra comenzó a aprender gayageum y, tras sobrellevar esos años musicalmente críticos de la adolescencia y de su primera juventud, finalmente ha logrado encontrar la esencia de la música clásica para gayageum. Ahora, en su treintena, busca nuevas formas de extraer sonidos todavía más bellos a dicho instrumento, al tiempo que explora nuevas formas de innovar que inspiren a otros artistas.