El pasado sábado 19 de noviembre Woong San, la diva del jazz, ofreció un concierto para celebrar los veinte años de su debut como cantante de jazz. Sin lugar a dudas, ella es la mejor vocalista de este género en Corea. Equilibrando a la perfección las facetas artística y popular del jazz, Woong San cumple el gran rol de acercar este género al público masivo. Recientemente publicó su álbum número 12 bajo el título de “El jazz es mi vida” y en este concierto aniversario rememoró los principales éxitos de su carrera.



Woong San debutó en 1996 y publicó su primer álbum en 2003. Desde entonces ha trabajado con los mejores jazzistas del mundo. En 2008 obtuvo el galardón al mejor álbum y a la mejor canción de jazz en los Premios de Música de Corea. Fue la primera cantante coreana invitada a los clubes de jazz japoneses Billboard Live y Blue Note. En 2010 la revista japonesa Swing Journal le otorgó un Disco de Oro por su álbum “Cierra los ojos”. Al año siguiente la revista Jazz Critique de Japón le dio el premio de “Mejor álbum y vocalista” por su disco “Cuando me enamoro”. Aunque ahora es reconocida como la mejor vocalista de jazz de Corea y de Asia, pero cuando estaba en la escuela, era una estudiante normal llamada Kim Eun Young. Desde niña Wong San tenía dos sueños igualmente importantes: dedicarse a la música y llegar a ser monje budista.



Ambos sueños convivían en su mente hasta que a los 17 años hizo una maleta con sus cosas. Entre ser música y monje budista, optó por lo segundo. Por elección propia, comenzó una dura y solitaria vida de autodisciplina y cultivo del espíritu en un templo budista. Allí la rebautizaron como Woong San, que luego convertiría en su nombre artístico. Transcurridos unos dos años, de pronto se dio cuenta que aún conservaba una gran añoranza por la música. Volvió a la vida mundana, cursó por libre la preparatoria y entró a la universidad; pero lo primero que buscó al comenzar las clases fue el club de heavy metal. Era el club más famoso de su universidad, y ella se convirtió en la primera vocalista femenina de la banda de rock del club. Como había adquirido mucha fama durante los años de universidad, pensó que alguna compañía discográfica la buscaría tras graduarse, pero eso nunca pasó. Para combatir la tristeza de esa decepción un amigo le regaló una cinta de Billie Holiday con el tema “Soy tonto por desearte”.

Era una música diferente a la que había escuchado hasta entonces, pero le llegó al corazón y así comenzó su viaje por el jazz. Un día conoció al pianista Shin Gwan Woong, uno de los músicos de jazz de primera generación de Corea, quien la invitó a actuar con él, y la ex monje budista y ex cantante de rock and roll se convirtió en cantante de jazz. Ensayó sin descanso sus primeras canciones y en enero de 1996 Woong San debutó como vocalista de jazz. Dos años después de empezar a cantar jazz, Woong San fue invitada a participar en un concierto en Japón, hito que marcó el comienzo de sus actuaciones en el país vecino. Pero lejos de lo que imaginaba, cada evento en Japón fue para Woong San un continuo entrenamiento. Los instrumentos de la banda de jazz cambiaban todo el tiempo y eso le forzaba a practicar y a mejorar día a día.

Sin embargo, y pese a ser una rutina durísima, le ayudó a crecer inmensamente como vocalista de jazz. En 2003 grabó su primer álbum, donde participó el gran pianista Benny Green; y eso la llevó a actuar en el club Blue Note de Nueva York. Desde entonces, Woong San no ha dejado pasar un año sin publicar discos o recopilaciones. Y aunque afirma que el jazz la obligó a ser trabajadora, en el fondo su forma de ser disfruta con la actividad. Esa constante búsqueda la alejó del manierismo y le dio alas para convertirse también en una creativa y talentosa compositora de jazz. Así, veinte años continuos de esfuerzos y de exploración la han convertido en una artista que maneja a su antojo el escenario, y dominar una amplia gama de géneros musicales, aparte del jazz, como el blues, el funky, el classic pop o la música latina.