Desde 2014, Corea del Norte ha venido endureciendo los castigos contra aquellos ciudadanos norcoreanos detenidos al intentar huir del país.
Según las entrevistas realizadas por el Instituto Coreano para la Reunificación Nacional -a unos 180 norcoreanos llegados a Corea del Sur entre 2014 y 2015- el régimen de Pyongyang condena a un máximo de 5 años de trabajos forzados a todo aquél que sea arrestado al intentar abandonar el territorio norcoreano, al margen de si son reincidentes o no, mientras que previamente el periodo de condena para los desertores sin antecedentes era de 6 meses.
Asimismo, el régimen norcoreano ha reforzado la vigilancia sobre los familiares, al tiempo de controlar más estrictamente el uso de móviles y el acceso a contenidos audiovisuales prohibidos por la ley norcoreana, pues según afirman los disidentes en Corea del Sur, ejercen una gran influencia en la decisión de los norcoreanos de huir de su país natal.
En tanto, aumenta constantemente el número de norcoreanos que deciden desertar mientras trabajan en países extranjeros como China y Rusia, ya que en su mayoría son obligados a trabajar más de 16 horas diarias y han de entregar un 90% de su salario al régimen norcoreano, en señal de su lealtad y compromiso con el bienestar del país.