En este su debut cinematográfico, la realizadora de ‘Mi nombre es Loh Kiwan’, la directora Kim Hee Jin describe la lucha de superviviencia del personaje principal, el desertor norcoreano Loh Kiwan, en Bélgica, el país donde está refugiado. La vida que lleva es miserable, pues es discriminado y golpeado en la calle, no tiene donde dormir más que un baño público, ni nada que comer más que un pequeño paquete de mantequilla. 

Pero es básicamente una película de romance, ya que de retratar las dificultades que atraviesa Loh Kiwan para sobrevivir en tierras desconocidas y obtener formalmente el estatus de refugiado, da un salto a un encuentro inesperado e incómodo en una lavandería con Marie, una joven adinerada pero descarriada. Ciertamente es un encuentro dramático, pero no encaja del todo en la historia, sobre todo por la caracterización un tanto banal y unidimensional que se hace del personaje de Marie. 

Si bien la película prometía mucho, sobre todo al contar en el elenco con Song Joong Ki, actor con una sólida filmografía, el resultado que tenemos ante nosotros es en muchos sentidos decepcionante. Mucho mejor hubiera sido si la directora Kim Hee Jin se hubiera centrado más en la difícil realidad de Loh Kiwan en Bélgica, donde está atrapado en un limbo migratorio, más que en crear una historia de amor forzada. Pues si algo destaca en esta cinta es la escenografía que escogió la realizadora y cómo la aprovecha. Definitivamente el exótico telón de fondo de un país europeo es un elemento distintivo y es elogiable cómo la directora muestra ese paisaje, representando una Bélgica fría y oscura para transmitir la dura vida de Loh Kiwan como refugiado. Pero ojo, la película, aunque la historia sea ambientada en Bélgica, fue rodada en Budapest, Hungría.