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La delegación que el presidente electo Yoon Suk Yeol envió a Japón se reunió con Fumio Kishida, primer ministro del país vecino. Durante el encuentro coincidieron en la necesidad de esforzarse por mejorar las relaciones bilaterales, hecho que se considera como un paso positivo para reactivar la comunicación a alto nivel entre el Ejecutivo de Seúl y el gabinete de Tokio, que lleva estancada un tiempo considerable. En estos momentos, la atención se centra en saber si, a partir de esa premisa, podrán Corea del Sur y Japón recuperar la confianza mutua y normalizar relaciones.

La delegación que viajó a Tokio esta semana en representación de Yoon, liderada por el vicepresidente de la Asamblea Nacional Chung Jin Seok, conversó con varios políticos y altos funcionarios de Japón, y también se reunió con el premier nipón. Al finalizar, Chung comentó que el encuentro sirvió para reafirmar la voluntad mutua de trabajar más arduamente para promover los lazos bilaterales y en beneficio de los intereses comunes. También dijo haber entregado una carta del presidente electo surcoreano al primer ministro japonés, abogando por mantener la declaración conjunta emitida en octubre de 1998 por los entonces líderes de Corea del Sur y de Japón, Kim Dae Jung y Keizo Obuchi para reforzar la relación de socios, petición a la que Kishida mostró su consentimiento. Además, invitaron al primer ministro japonés  a la ceremonia de investidura el nuevo presidente surcoreano, pero el jefe de la comitiva comentó que la decisión será enteramente de Tokio, aunque si Kishida decide acudir, será bien recibido en Seúl. 

Se considera que las relaciones entre Corea y Japón atraviesan el peor estado desde la normalización de los lazos bilaterales en 1965. Básicamente, se debe a las fricciones que ambos países han protagonizado en años recientes sobre problemas del pasado histórico, como la explotación laboral y sexual contra los coreanos durante el colonialismo, las represalias comerciales, el conflicto en torno al acuerdo de protección de información militar y el desacuerdo sobre el vertido de las aguas contaminadas de la Central de Fukushima al océano. En este contexto, los intercambios entre los gobiernos surcoreano y japonés se estancaron y aún permanecen en punto muerto. La última cumbre data de hace tres años, en diciembre de 2019, entre el presidente Moon Jae In y el entonces premier nipónes Shinzo Abe.

La intención del presidente electo Yoon Suk Yeol es sacar las relaciones bilaterales de ese punto muerto enfatizando el espíritu de la declaración Kim Dae Jung-Obuchi, que llama a promover los lazos surcoreano-nipones con perspectiva de futuro. Sin embargo, siendo realistas, se estima que no resultará fácil alcanzar ese objetivo, considerando la derechización cada vez más fuerte de la clase política japonesa, así como la dificultad de hallar una solución convincente para ambos pueblos, coreano y japonés, sobre los problemas del pasado histórico.