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El presidente Yoon Suk Yeol y el presidente Joe Biden, su homólogo estadounidense, mantuvieron el día 21 una cumbre, encuentro al que siguió una declaración conjunta donde anunciaron los puntos acordados en tres temas: “Ejes para la paz y la prosperidad”, “Cooperación estratégica en economía y tecnología”, y “Alianza estratégica, integral y global no solo en la península coreana”. Según destacaron ambos mandatarios, la prioridad es ampliar la alianza entre Corea del Sur y Estados Unidos más allá del ámbito militar y temas de seguridad, y cooperar en otros sectores como económico o tecnológico para estrechar la colaboración a futuro.

Presidencia surcoreana explicó que ambos líderes reafirmaron la voluntad de fortalecer la alianza bilateral hacia un acuerdo más global e integral, basado en los valores democráticos, las normas internacionales, los derechos humanos y el compromiso anticorrupción.

De la declaración destacan los acuerdos establecidos para velar conjuntamente por la seguridad económica, hasta incluir en este epígrafe la cooperación tecnológica y en la red global de suministros. Por ejemplo, Yoon y Biden acordaron aumentar la cooperación en cuanto a proyectos de inversión en el exterior y control de las exportaciones, para que el uso y desarrollo de tecnología punta no amenace la seguridad económica de Corea del Sur y Estados Unidos. En adelante, Seúl y Washington examinarán más rigurosamente las exportaciones de nuevas tecnologías o equipos relacionados, para impedir que sean aprovechados por fabricantes de semiconductores de China.

En cuanto a la red de suministros, enfatizaron la necesidad de esforzarse conjuntamente por mantenerla en el marco de la alianza estratégica, mientras que reforzaron el mensaje sobre derechos humanos mucho más que en la declaración previa Corea-EEUU. Yoon y Biden compartieron la inquietud sobre la situación de los derechos humanos en el Indo-Pacífico, y se comprometieron a mejorarlos, al igual que a promover la legalidad en la zona.

La opinión generalizada sobre la cumbre es que refleja una mayor proximidad de Corea del Sur con Estados Unidos que con China. En parte esa inclinación resulta inevitable, considerando que la coyuntura actual demanda reforzar la llamada “alianza basada en valores comunes”. Sin embargo, también plantea nuevos dilemas para Seúl, sobre cómo estar en paz con China, y sobre cómo convencer a Beijing de que promover la alianza con Estados Unidos no jugará en su contra.

Además, para el nuevo Ejecutivo surcoreano está el reto mantener el equilibrio entre Estados Unidos y China, en los extremos, máxime en una situación donde se agudiza la división entre Oriente y Occidente, tanto que ya se alude a una nueva guerra fría, mientras persisten las amenazas nucleares y balísticas de Corea del Norte.