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Viaje

Estancia en el templo budista Naksansa

2018-05-28

Corea a Diario

Si están hartos de la ajetreada vida de la ciudad, sería una buena idea retirarse en un templo budista en la montaña por un par de días para disfrutar de lleno el buen aire y el aroma de los pinos. En Corea del Sur hay numerosos templos que ofrecen un programa de estancia. Claro, no importaría dónde para experimentar la vida de los sacerdotes budistas. Pero el templo Naksansa se ubica sobre la ladera del monte Obong que linda directamente con el mar, lo que hace de este templo un lugar ideal para disfrutar de su hermoso paisaje natural, al tiempo de entrenar el cuerpo y la mente. Naksansa fue fundado por el gran sacerdote Euisang durante el reinado de Munmu de la dinastía Silla. Acoge varios puntos turísticos -como el observatorio Euisangdae- y valiosos patrimonios como la estatua de Buda Haesugwaneumbosal, por lo que no deja de recibir turistas los 365 días del año. El frondoso bosque de pinos que se extendía desde la puerta iljumun hasta el pabellón Wontongbojeon era también un orgullo de este templo milenario en Yangyang. Pero en 2005, cuando un incendio forestal en el monte Obong alcanzó el bosque y el propio templo para reducirlos a cenizas, todo el pueblo coreano esperó con ansia que se extinguieran las llamas. Así que el Naksansa de ahora no es el original, construido durante la época de Silla, pero gracias a las donaciones de la ciudadanía pudo ser reconstruido al estilo original.



Al llegar al templo y deshacer sus maletas, pueden recorrer un recinto lleno del aroma de pinos entre el sonido de las campanillas que resuenan al viento, así como de los gongs de madera que tocan los monjes.
Durante el desayuno y la cena, experimentarán la comida monástica habitual denominada ‘baru gongyang’. Cada comensal se sirve la cantidad adecuada del arroz cocido al vapor y los platos acompañantes. Cuando termina de comer, se enjuagan los boles con agua y esa agua se bebe, para que en los boles no quede ni siquiera una sola partícula de polvo de ají. Como es de imaginar, el ‘baru gongyang’ no consiste en el simple acto de comer, sino que forma parte del entrenamiento mental. La esencia de este ritual monástico está en que todos comparten la misma comida en un mismo lugar, y en ver la comida no como algo que satisface el paladar, sino como un remedio para nutrir el cuerpo.
Después de la cena sigue la hora de meditación, cuyo objetivo principal es descubrir “quiénes somos”. También se hacen 108 genuflexiones entre cánticos, sonidos de campanillas y repiques de tambor, para deshacerse de los 108 tormentos del humano. Esta actividad no solo es un buen ejercicio para la salud, sino que también quema bastantes calorías, por lo que viene perfecto para aquellos deseosos de perder algo de peso. Eso sí, antes de comenzar la estancia en Naksansa, uno tiene que entregar su teléfono móvil a los administradores para experimentar plenamente la vida en el templo.


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