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La Aldea de Murales Ihwa se encuentra a unos 400 metros de la salida 2 de la estación Hyehwa de la línea 4 del metro. Si recuerdan, hace un par de semanas estuvimos en esta zona cuando conocimos Daehak-ro, la llamada “calle universitaria”, que es la meca de los teatros y espectáculos de Seúl. Pues yendo un poco más al este, nos encontraremos con este barrio que es muy diferente de todos los que hemos conocido hasta ahora. Por ser una zona periférica de la antigua Seúl, en los tiempos de Joseon era uno de los destinos preferidos de los nobles para solazarse con la naturaleza. Durante la época de la dominación japonesa fue habitado por los japoneses, pero marchados estos del país, la zona entró en franca decadencia y se llenó de viviendas precarias. Se convirtió en lo que se conoce en coreano con el romántico nombre de “barrio en la luna”, es decir, un arrabal de casas pobres ubicado en lo alto de una colina. Por esta razón, estos “barrios en la luna” están llenos de escaleras, lo que lo hace difíciles de transitar y acceder, sobre todo en invierno cuando nieva. Sin embargo, en 2006 por iniciativa del Ministerio de Cultura, Deportes y Turismo y la cooperación de artistas y estudiantes, comenzaron a pintarse murales de todo tipo que llenaron de color y atractivo el barrio. Todo se convirtió en excusa para la expresión artística: las paredes, las macetas, los postes de teléfono, las vallas y hasta las grietas de las paredes se transformaron en las arrugas de una anciana sonriente. En particular, unas escaleras pintadas con flores y otras con peces se convirtieron en el mayor atractivo y atrajeron a gran número de visitantes a la zona.

Sin embargo, lo que comenzó como una iniciativa para reactivar una barriada pobre se convirtió finalmente en un dolor de cabeza para los lugareños. Al llenarse de color y vida, la zona se convirtió en el escenario de filmación de varias telenovelas y programas de entretenimiento, lo que terminó por catapultar la zona a la fama. Hacia 2015 el barrio estaba lleno de turistas noche y día y los habitantes no podían gozar de un minuto de paz, por lo que tomaron la drástica medida de borrar algunos de los murales más famosos, como los de las escaleras que les acabo de comentar. Ahora hay en todas partes pidiendo silencio a los visitantes. De todas maneras, la Aldea de Murales Ihwa sigue siendo un barrio sumamente romántico, pues nos permite conocer cómo era Seúl antes de que se convirtiera en la megápolis ultramoderna que es ahora. Además, todavía siguen allí la mayoría de los murales, así como las esculturas e instalaciones que hicieron tan famoso el barrio.

La Aldea de Murales Ihwa se encuentra a los pies del monte Naksan, el cual ha sido convertido en el Parque Naksan. Dicen que este monte tiene la forma de la joroba de un camello, por lo que es conocido también como Naktasan. Lo que hace único a este monte y parque es la muralla que lo actraviesa. Cuando se fundó la dinastía Joseon allá por 1392, como era lo usual en aquellos tiempos medievales, se rodeó la capital con una muralla de piedra para su protección. De los 18 km de perímetro que tenía originalmente, solo se conserva la mitad, aunque están haciendo esfuerzos para reconstruirla. Pues, el parque Naksan permite recorrer aproximadamente un kilómetro de esa antiquísima muralla. Ni hace falta decir que la vista de Seúl que se puede obtener desde la cima del monte y parque Naksan es hermosa e inolvidable. En particular, de noche el camino de la muralla se enciende con hermosas luces, convirtiéndolo en un paseo muy romántico para las parejas. Nada como contemplar la ciudad iluminada a nuestros pies abrazados a un ser querido, ¿no les parece?