Al divulgar la prensa que Tokio ha postargado el proyecto de inscribir las minas de la isla de Sado - lugar donde explotó a trabajadores coreanos durante el colonialismo- en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, la clase política japonesa ha alzado su voz ante el aplazamiento, considerando que si los pronósticos actuales se cumplen, Corea del Sur pasará a integrar el Comité del Patrimonio Mundial en otoño de 2023, factor que complicará la inclusión ese lugar en la lista de la Unesco. 

Sanae Takaichi, a cargo del departamento de estudios sobre asuntos políticos del partido gobernante de Japón -el Liberal Democrático- declaró el lunes 24, que si Corea llega a dicho comité de la Unesco en 2023, a Japón le resultará más complejo registrar las minas de Sado como Patrimonio Mundial, de ahí la premura por impulsar la campaña durante este año. Insistió en que, de aplazarse el proyecto, las alegaciones de Japón refutando los dictámenes del Tribunal Supremo surcoreano contra la explotación laboral durante el periodo colonial serán papel mojado ante la comunidad internacional. 

Frente a estas críticas del sector político Yoshimasa Hayashi, ministro de Exteriores japonés, comentó que Tokio no descarta proseguir con la inscripción de las minas de Sado en la Lista del Patrimonio Cultural y está lo suficientemente preparado como para refutar las objeciones de terceros países al respecto. Agregó que las valoraciones actuales no incluyen consideraciones políticas hacia Corea del Sur.