Crónicas de Corea

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Corea supera la crisis financiera de 1997

2015-09-22

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El 21 de noviembre de 1997 el viceprimer ministro de economía Lim Chang Yeol anunció que el gobierno había solicitado ayuda financiera al Fondo Monetario Internacional, pues la deuda del país llegó a 120.000 millones de dólares y el país solo contaba con 30.000 millones de dólares de reserva. Unas dos semanas más tarde, el 3 de diciembre de 1997, el viceprimer ministro de economía de Corea y el presidente del FMI, Michel Camdessus, firmaron en Seúl un plan de rescate financiero para el país. En realidad, los síntomas de la crisis habían comenzado a mostrarse desde un año antes. El 23 de enero de 1997, Hierros y Aceros Hanbo, una filial del Grupo Hanbo, el décimo cuarto conglomerado de Corea, entró en bancarrota, dejando pagos de préstamos sin cubrir por la astronómica cifra de 6.700 millones de dólares, según el valor de cambio del dólar entonces, que era de 850 wones. Lo que puso de manifiesto esta situación de bancarrota fue el crónico problema de la economía coreana: la connivencia corrupta del sector político y financiero. El rápido crecimiento económico de Corea fue posible gracias a la inyección de capital en determinadas empresas: El gobierno seleccionaba las compañías más promisorias y les concedía privilegios económicos y extraordinarias sumas de dinero. Durante mucho tiempo, esta connivencia de políticos y empresarios era considerada como una práctica habitual, y ni siquiera estaba mal vista: Para hacer negocios había que sobornar y retribuir. El caso de Hierros y Aceros Hanbo estalló cuando la economía coreana ya no podía seguir sosteniéndose con esta dinámica por más tiempo. Y como un efecto dominó, otras grandes compañías entraron en bancarrota una tras otra. En julio, el octavo conglomerado de Corea, Kia Motors, se declaró incapaz de resolver sus problemas financieros. Las empresas en bancarrota traspasaron al sector financiero sus gigantescas deudas y el país no pudo asumir los préstamos suscritos en el exterior. La reserva de divisas del país quedó prácticamente en cero y los bancos se hallaban al borde de la quiebra. Para empeorar las cosas, en el verano de 1997 la crisis financiera también se desató en otros países del Sudeste Asiático. En octubre, la firma Standard & Poor’s, entidad que evalúa la capacidad crediticia de los países, rebajó la calificación de Corea al nivel de muy vulnerable al incumplimiento de pagos. Al encenderse las luces de alerta para la economía coreana, los inversores extranjeros abandonaron el mercado coreano, causando que la Bolsa de Valores cayera en picado y el precio del dólar subiera de forma imparable. Los fondos de emergencia del FMI salvaron al país de la quiebra financiera, pero a la vez marcaron el comienzo de un período sumamente difícil para la sociedad surcoreana. Al año siguiente, en 1998, unas 20.000 empresas cerraron sus puertas, y las que sobrevivieron tuvieron que implementar severas mediadas de reestructuración. En consecuencia, 1.300.000 trabajadores perdieron su empleo. Al comenzar esta era de austeridad impulsada por el FMI, la renta per cápita de 1998 retrocedió a valores de diez años atrás; mientras que la tasa de crecimiento económico cayó hasta el -6,7% por primera vez en 18 años. Sin embargo, los coreanos no se rindieron y convirtieron la crisis en una nueva oportunidad. Ya desde diciembre de 1997, diversos organismos civiles impulsaron una campaña nacional para recolectar oro, a fin de devolver lo antes posible la deuda al FMI. En esta campaña participaron alrededor de 3 millones y medio de personas; y la sorprendente cantidad de oro reunida por la población coreana sirvió de palanca para sacar al país de la crisis. Los medios de comunicación extranjeros cubrieron este fenómeno social alabando el espíritu cívico de los coreanos; al tiempo que quedó retratada la capacidad de recuperación del pueblo coreano. Otro aspecto positivo de la crisis fue que se saneó la economía; hecho que permitió a Corea seguir avanzando de forma más estable. Así, logró mejorar la competitividad de las exportaciones, logró que la balanza comercial entrara en números negros y aumentar la reserva de divisas. La deuda contraída con el FMI se saldó antes de lo previsto, y el 23 de agosto de 2001 Corea pudo librarse por fin de las estrictas condiciones impuestas por dicha entidad. Toda la ciudadanía unió sus fuerzas para superar una crisis financiera que había comenzado en 1997. Y si bien el proceso fue duro y doloroso, sirvió para cambiar estructuras económicas obsoletas e ineficientes, así como asentar las bases del nuevo crecimiento económico. Gracias a este esfuerzo de tantos surcoreanos, el mundo recuerda a Corea como caso ejemplar a la hora de salir de una crisis económica.