En la cultura coreana, escribir el nombre de una persona con tinta roja es un tabú profundamente arraigado, asociado a la muerte y a la mala fortuna. Aunque hoy la vida en Corea sea moderna y dinámica, esta creencia sigue viva y tiene raíces históricas y simbólicas muy antiguas.
Existen varias teorías sobre su origen. Una de ellas apunta a que la costumbre comenzó cuando la tinta roja se usaba para marcar los nombres de criminales o enemigos del rey, e incluso de personas fallecidas en los registros de guerra. Durante la dinastía Joseon, era habitual escribir en rojo los nombres de los difuntos en documentos oficiales y obituarios. Además, el color se vinculaba a decretos de ejecución y castigos graves, lo que reforzaba su asociación con la muerte. Así, si alguien escribía en rojo el nombre de una persona viva, se interpretaba como una amenaza o un deseo de que muriera.
Hoy en día, muchos coreanos evitan utilizar bolígrafos rojos para escribir nombres o firmar documentos. Desde una perspectiva cultural y psicológica, este tabú funciona como una muestra de respeto hacia la vida y los difuntos. El rojo recuerda a la sangre, y su uso en nombres de personas vivas evoca enfermedad o muerte, lo que genera cierto malestar.
En cambio, en funerales o rituales ancestrales, es habitual que los nombres de los difuntos se escriban en rojo en los registros familiares o en lápidas. En estos casos, el color sirve para marcar que la persona ya no pertenece al mundo de los vivos.
Existen algunas excepciones. Por ejemplo, el sello personal, que cumple la función de firma oficial, siempre se estampa en rojo para autenticar documentos. En este contexto, el color simboliza autoridad, legitimidad y prestigio, sin ninguna connotación negativa. En el ámbito educativo, la tinta roja se usa de forma habitual para corregir trabajos o exámenes, pero nunca para escribir nombres. Profesores y alumnos suelen evitarlo, y si alguien lo hace, no es raro que reciba advertencias o comentarios incómodos de quienes lo consideran de mal gusto.
Aunque las generaciones más jóvenes tienden a ser menos supersticiosas, el tabú sigue presente, sobre todo en entornos formales o laborales. Allí, escribir un nombre en rojo se percibe como una falta de respeto o una muestra de ignorancia. Y no es algo exclusivo de Corea: en China y Japón también existe esta costumbre, aunque con matices menos dramáticos que en el caso coreano.
Para muchos jóvenes, se trata más de una norma social que de una superstición, pero aun así la mayoría prefiere evitarlo para no ofender. Incluso los extranjeros que viven en Corea aprenden rápidamente que es mejor usar tinta azul o negra para nombres.
En definitiva, escribir un nombre en rojo en Corea no es una simple cuestión estética: es un gesto cargado de simbolismo, con evocaciones hacia la muerte y un profundo respeto por la sensibilidad ajena. Comprender este detalle ayuda a interactuar de forma más respetuosa y armoniosa, tanto en la vida personal como en los ámbitos académico y profesional.
Así que ya lo saben: por muy pequeño que parezca, en Corea elegir el color del bolígrafo puede ser una cuestión cultural muy importante.