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Corea del Norte criticó el viernes 16 el discurso del presidente surcoreano Moon Jae In por el Día de la Liberación, a la vez que lanzó dos nuevos proyectiles hacia el Mar del Este. Y sobre el comentario que hizo Pyongyang de que no tiene intención alguna de volver a dialogar con Corea del Sur, refiriéndose a ese discurso de Moon, y los disparos de proyectiles, se analiza que se trata de una manifestación de descontento. Pero, ¿a qué se debe tal insatisfacción?

Es un descontento por las maniobras conjuntas de los ejércitos de Corea del Sur y Estados Unidos, así como por el Plan de defensa de medio plazo presentado por las autoridades militares de Seúl. Sin embargo, este es un análisis muy superficial, por así decirlo, ya que más que una manifestación de descontento, lo que está haciendo Corea del Norte es desplegar una estrategia para estar en una posición de mayor ventaja frente al Sur, mientras percibe que la intención de Estados Unidos es continuar con el diálogo y por ende considera que no le conviene “disgustar” a ese país. En este contexto, parece que el régimen norcoreano concluyó es mejor presionar al Gobierno surcoreano y provocar grietas en la alianza entre Seúl y Washington.

¿Y qué parte exactamente del discurso presidencial molestó tanto a Pyongyang?

La parte en la que el presidente Moon Jae In, refiriéndose al estancamiento de las conversaciones intercoreanas y entre Corea del Norte y Estados Unidos, dijo que “no es deseable dañar el marco de diálogo o bloquear los esfuerzos de buena fe por reactivar el diálogo, aunque existan motivos de insatisfacción”. Claramente, esta alocución fue una indirecta del mandatario surcoreano a Corea del Norte sobre los misiles que lanzó en las últimas semanas.

Aún así Pyongyang reaccionó con bastante prontitud esta vez en comparación al pasado, ¿no?

Sí. Además, el comunicado que emitió el 16 de agosto el Comité para la Reunificación Pacífica de la Patria de Corea del Norte criticó al Gobierno surcoreano con expresiones muy arriesgadas. Por ejemplo, aseveró que Seúl “está delirando” al creer que un ambiente favorable al diálogo intercoreano se propiciará una vez finalizado el entrenamiento militar surcoreano-estadounidense y “está husmeando y metiendo sus narices“ para ver si puede obtener algún beneficio de las negociaciones entre Pyongyang y Washington.

Pero, ¿si lo que le molesta es el ejercicio militar conjunto y el plan de defensa de Corea del Sur, por qué no critica también a Estados Unidos?

Justamente porque su estrategia es presionar a Seúl sin disgustarse con Washington. Pues según su parecer, todo indica que el régimen norcoreano piensa que negociar con Estados Unidos le será suficiente para asegurar su subsistencia y ser reconocido como estado nuclear, para luego -si las condiciones se dan- proceder a las tareas de desnuclearización obteniendo las compensaciones que desea.