Parece que Estados Unidos está realmente dispuesto a resolver por completo el problema nuclear norcoreano. El Gobierno de Donald Trump anunció el día 26 –hora local- las llamadas “nuevas políticas” hacia Corea del Norte, que básicamente consisten en reforzar la presión mediante sanciones económicas y por vía diplomática, al mismo tiempo de dejar abierta cualquier posibilidad de diálogo para lograr la desnuclearización de la península coreana. Esta decisión fue dada a conocer mediante una sesión explicativa, a la que fue invitado todo el Senado a la Casa Blanca. Posteriormente, las máximas autoridades de exteriores y seguridad, en concreto el secretario de Estado Rex Tillerson, el jefe del Pentágono James Mattis y el director de Inteligencia Nacional Dan Coats, reiteraron su mensaje mediante una declaración conjunta.

En dicho comunicado, el Gobierno estadounidense sostuvo que los esfuerzos previos por abolir los programas nucleares y balísticos ilegales de Corea del Norte fracasaron, y definieron la ambición atómica de Kim Jong Un como una grave amenaza para la seguridad. Por tanto, resolver dicho conflicto se encuentra entre sus mayores prioridades diplomáticas. Pero también hicieron hincapié en que el objetivo del presidente Trump es hacer que Corea del Norte abandone sus programas nucleares, y para ello recurrirá a todas las medidas a su alcance, tales como sanciones económicas y una mayor cooperación con sus aliados y otros socios regionales para concretarlo. No obstante, esta vez no aludieron a expresiones tan fuertes como las que solía utilizar Trump, obviando mencionar el “uso de fuerza militar” o la posibilidad de realizar un “ataque preventivo”.

Tras anunciar estas nuevas políticas hacia Corea del Norte, hubo quienes criticaron que no hay novedad alguna, pues son iguales que la llamada “estrategia de paciencia” de Barack Obama. Pero por otro lado, se estima que han rebajado el tono porque Pyongyang no ha vuelto a realizar fuertes provocaciones desde las últimas advertencias de Washington, además de considerar el esfuerzo de Beijing por resolver la cuestión “por las buenas”. De hecho, inicialmente se pensaba que en torno al 15 de abril, natalicio de su fundador Kim Il Sung, o el día 25, efeméride de la fundación del Ejército Popular norcoreano, Corea del Norte realizaría el sexto ensayo nuclear o algún lanzamiento con misiles balísticos. Pero contrariamente a las expectativas, el régimen de Kim Jong Un invitó a la prensa extranjera a Pyongyang para la ceremonia del natalicio de su fundador y realizó un entrenamiento de fuego en su territorio, evitando cualquier tipo de provocación grave. Se estima que el despliegue del portaaviones estadounidense Carl Vinson en aguas aledañas a la península coreana y las advertencias sin precedentes de China, sirvieron para alertar a Pyongyang de las consecuencias en caso de continuar con sus provocaciones.