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Hace un año tuvo lugar la segunda cumbre entre el presidente estadounidense Donald Trump y el dirigente norcoreano Kim Jong Un en Hanói, Vietnam. La reunión comenzó con gran expectativa, pero finalizó sin un acuerdo, borrando el ambiente de diálogo y reconciliación en la península coreana. Desde entonces las negociaciones entre Pyongyang y Washington permanecen estancadas, mientras que el hielo entre las dos Corea sigue sin derretirse.

El fracaso de la Cumbre de Hanói supuso una gran decepción para quienes esperaban significativos avances en el diálogo sobre desnuclearización de la península coreana. Sin embargo, los análisis más objetivos que llegaron después afirman que ese fracaso ya se anticipaba, al no coincidir las exigencias de Estados Unidos, que pedía un acuerdo global para el desarme, con las de Corea del Norte, que solicitaba relajar primero las sanciones en su contra.

Los meses posteriores a la ruptura de negociaciones en Hanói fueron infructuosos, pese al dramático encuentro entre los líderes de las dos Coreas y de Estados Unidos en Panmunjeom en junio de 2019 y a la reunión entre los equipos negociadores de Pyongyang y Washington en Estocolmo en octubre de ese mismo año. Así, los apretones de manos que se dieron Trump, Kim Jong Un y Moon Jae In en la frontera quedaron en mero espectáculo, y la reunión a nivel de trabajo entre Corea del Norte y Estados Unidos tampoco logró avances.

Ahora, la situación en torno a las negociaciones nucleares se considera de “abulia”, pues se estima que ninguna de las partes tiene la atención puesta en el tema nuclear. Estados Unidos porque se aproximan las elecciones presidenciales, y las dos Coreas porque hacen frente a la amenaza del coronavirus, ante la expansión del contagio. Por lo pronto se estima que no será fácil salir de la situación, mientras continúen la incertidumbre y la inquietud a nivel regional y mundial, con factores como el ya mencionado virus.

Si bien el panorama es pesimista, un punto positivo es que el régimen de Pyongyang no ha realizado hasta la fecha “el ensayo de armas de gran impacto” que ha venido anunciando reiteradamente, y que Washington no ha tirado la toalla en cuanto al diálogo.